ENTREVISTA AL PADRE ABRAHAM

Resulta difícil hoy imaginar al enorme templo de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario en Giribone 925 con escasos feligreses durante una misa, sobre todo si ya nos acostumbramos a los autos estacionados en doble fila y a los fieles siguiendo las ceremonias religiosas en la vereda. Este cambio que convirtió a la Parroquia del barrio en uno de los principales lugares de referencia de Piñeiro, estuvo encabezado por el cura párroco Fernando Abraham, quien concedió una entrevista a este medio,

¿Cuándo decidió dedicar su vida a servir a Dios?

Hace tantos años que ya no me acuerdo. Tenía 16 o 17 años, estaba en el secundario, en un colegio Religioso, Don Orione. Unos compañeros del colegio cantaban en el coro de una parroquia y me invitaron. Fui más por ellos que por la fe, porque no la sentía en ese momento. Después me fui enganchando. Y se dio como uno se puede sentir en otra vocación como médico, abogado o plomero. Algo me llevó a eso y después entré en el seminario con 18 o 19 años.¿Dónde se crió?Yo nací en Mar del Plata, donde hice la escuela primaria y luego mis padres vivieron a la Capital Federal donde pase la adolescencia.

¿Y a Piñeiro cuándo llega?

Llegué el 28 de marzo de 1992, hace 16 años y soy sacerdote desde 1988. Tengo 48 años.¿Cuándo llegó a Piñeiro, que fue lo que sintió?Yo venía de Capital, de pleno centro, la zona de las calles Florida y Maipú. Yo conocía al ex obispo de Avellaneda, que ahora está en Mercedes, Rubén Di Monte que me invitó a tener una experiencia aquí. Me entusiasmé aquí. Cuando me ofrecieron esta parroquia estaba muy vacía, muy sola. La llamaban la Iglesia de los bancos vacías. Estaba casi todo el día cerrada. Se celebraba misa los domingos y eran diez personas, quince.

¿Cómo se dio el cambio hasta llegar al presente?

Fue como una aventura. Comenzamos a arreglar el templo. La gente comenzó a acercarse. Venía gente de Piñeiro y de otros lugares, eh. El cambio se fue dando como una bola de nieve. Sin carteles, sin televisión, sin radio. Fue de boca en boca. Gracias a dios hoy somos una comunidad muy numerosa. Todos los días viene mucha gente. Sólo los lunes está cerrada. Tratamos de que las puertas estén abiertas para todos. Lo que aparece cada vez más la soledad, la angustia, gente con depresión y no solamente grande, sino mucha gente joven, tambíén vienen matrimonios. Acá pedimos, rezamos mucho por la salud, pero no porque a uno se le ocurre sino porque está en la biblia. Rezar por la sanación del alma y del cuerpo. Mucha gente que está angustiada, desesperada por el problema de salud de un familiar viene y rezamos por ellos sobre todo en las misas. No es individual, porque individual es como que vienen a uno. Es la misa de siempre que viene con alegría, con fuerza para que la gente encause su pedido a dios. Uno ayuda o hace puente. Al principio la gente viene mucho porque le dijeron que el padre Fernando reza por la salud. Pero no es que hay una cola de gente para ver al padre, sino que es en la misa y todos juntos buscamos que sea dios el que haga el milagro.

¿Tal vez ese sea el secreto del éxito de la parroquia?

Sí, por eso la parroquia es conocida en cualquier lugar. Es más conocida por la parroquia de Giribone que por Nuestra Señora del Rosario. En Capital, Quilmes, Lomas de Zamora, Lanús, dicen ah! la parroquia de Giribone. De alguna manera es mejor y queremos que sea así. Que no digan a sí la parroquia de tal padre. Si no cuando la persona falla, cuando la persona no está, cuando la persona fallece, o cuando está con los cables cruzados, las personas dice pero ah, pero cómo entonces se les viene la fe abajo. Por que la fe está depositada en él.

¿Cómo lo recibió el barrio entonces y cómo ve hoy la relación del mismo con la parroquia?

El barrio ha ido cambiando en todos estos años. Este es y fue un barrio de mucha gente mayor, no hay mucha gente joven. Hay muchas casa en las que la gente fue muriendo y quedaron desocupadas. Aquí en nuestro entorno hay muchas, en los que hermanos nuestros del interior o de países limítrofes han venido a ocuparlas. En los últimos 5 o 6 años yo notó una diferencia en eso. Es como que cambió la realidad en eso. Uno va por aquí atrás y ve ese cambio. Atrás de Carrefour hay una realidad que antes no existía,Eran dos casitas y ahora hay 30 ranchitos. Entonces el barrio nos recibió bien. Acá en la parroquia había muy poquísima gente por lo que en el ámbito religioso la recepción fue escasa. Pero después yo noto, yo percibo que mucha gente de Piñeiro viene ahora a misa y si me preguntás quien da la lectura en la misa, quienes son los que dirigen en la misa, quiénes son los que dirigen los grupo de la parroquia son gente de Piñeiro, gente que tiene un corazón grande y se alegra de recibir gente que viene de otros lugares y que de alguna manera se hacen sentir como importantes en la comunidad. Después hay gente que por ahí todavía no pisa la iglesia, pero que cuando los cruzás por la calle son amables, sonrientes y te piden una bendición. La mayoría se siente feliz, porque se ha reactivado mucho esta zona. Por ahí también hay dos o tres que están de la cabeza porque les estacionan el auto en la puerta, porque escuchan todo el bullicio de la gente. Cuando yo vine no había remiserías, ahora hay restaurantes, han abierto heladerias, en el entorno solamente hay siete remiserías. Hay todo un movimiento de gente que antes no se sentía. Hay tres kioscos que antes no estaban. Esto también es un aporte al barrio, porque cuando llegué estaba todo un poco apagado. Era una calle más, ahora por la iglesia de alguna manera ha tenido una renovación.

Por Hernán Bravo