Últimos rastros de unas historia local

Dos de los comercios más antiguos bajaran sus persianas antes de fin de año. Con carteles que anuncian su liquidación por cierre, la ferretería Regidor y calzados Europa le dicen adiós a una parte de la historia del barrio. La localidad de Piñeiro siempre tuvo una rica actividad comercial, a veces hasta febril por la cantidad de trabajadores que inundaban las calles como una marea humana cuando finalizaban algunos de los tres turnos que se sucedían en los cientos de fábricas y talleres que abundaban en la zona. Curtiembres, laneras, galvanoplásticas, metalúrgicas, químicas, entre otras tantas industrias daban trabajo a cientos de miles de obreros que caminaban nuestras calles. Ya en 1910, se crea el Centro de Comerciantes de Piñeiro, que representa a sus más de 5 mil socios y se instala en la arteria. La fuerte presencia industrial dio lugar a miles de comercios en los que estos trabajadores compraban alimentos, ropa, muebles y electrodomésticos. En las primeras décadas del siglo XX, los comercios se instalaron sobre la calle Domínguez (hoy Lebensohn). Un comercio al lado del otro. Los vecinos más memoriosos comparan la calle Domínguez con la porteñísima calle Florida en la Capital Federal. Ya en 1950, la avenida Galicia le quitó centralidad a Domínguez y comenzó a ser la protagonista de la actividad comercial. Se instalaron locales de las grandes marcas y centenas de otros comercios. Allí surgió la Asociación de Amigos de la Avenida Galicia que organizaba a los comerciantes y organizaba las memorables fiestas del día de la primavera. Los años neoliberales trajeron el cierre de estas grandes industrias y la ausencia de clientes para esos comercios. La instalación del shopping Alto Avellaneda fue el tiro de gracia al comercio local. Queda poco de aquellos tiempos de oro para la actividad comercial en estos primeros años del siglo XXI. Esquinas que alguna vez fueron fondas, algún inmueble reciclado que ya no es comercio y algún comercio convertido en habitación para alquilar son los resabios del esplendor de la calle Domínguez. Hace poco cerró la pizzería La Sfoigliatella, uno de los últimos comercios con historia. Quedan aún la librería Casa Inés y la Sastrería Bergaglio que se alternan entre los raleados comercios hay sobre la calle Lebensohn, en su mayoría despensas y verdulerías. La avenida Galicia aún mantiene su perfil comercial, ya no existen los locales de marcas famosas y los comercios cambian permanentemente. Quedan pocos comercios de aquellos tiempos gloriosos, casi ninguno.

El último año Casa Regidor fue fundada en 1923 por Manuel Regidor, un inmigrante español que se instaló en Catamarca y Galicia con su bazar y ferretería, tras cerrar una fonda muy cerca de ese lugar. Hasta hoy el local es atendido por los nietos de don Manuel, Alejandro y Norb
erto, ambos ya jubilados y quienes heredaron el comercio de su padre. Casa Regidor era hasta hace poco un amplio inmueble en cuyas numerosas estanterías se acumulaban mercaderías de todos los tiempos. La tradición finalizará con la llegada de diciembre o cuando se acaben los productos que están en liquidación por cierre definitivo como expresan las vidrieras del local. “Vendimos el inmueble y nos vamos a dedicar a descansar”, dicen a dúo. Es que ambos pasaron sus vidas allí, desde los 12 años que van a ese lugar de manera diaria. Sus hijos son profesionales y no continuarán con el comercio. En ninguno de los dos hay rastros de nostalgia, más bien hay alegría en ambos. Sobre el futuro destino del local no saben. Puede ser convertido en otro rubro, o también puede ser convertido en un nuevo edificio de departamentos como está sucediendo en la zona, lo que es seguro que ya no será una ferretería como en la actualidad. Con Regidor cierra el local más antiguo de la avenida Galicia que continuaba en funcionamiento. Ubicado en Rivadavia 955, al ingreso del barrio de Villa Castellino, está el comercio de calzados que lleva el nombre de Europa, un local que tiene décadas de antigüedad y pertenece a la fábrica de calzados Moura y Cía SRL, cuya planta se encuentra a unos metros de allí, en Mario Bravo. Desde hace unos meses el local tiene banderas que anuncian la liquidación por cierre definitivo. Este comercio se dedica a la comercialización de zapatos y zapatillas de segundas marcas, entre ellas las producidas por la propia firma. La Voz de Piñeiro intentó por todos los medios comunicarse con los dueños y gerentes de la empresa que no contestaron los reiterados llamados y presentaciones personales. En el primero de los intentos, el encargado del local manifestó su voluntad de hablar sobre las razones del cierre del local, previo permiso de los responsables. Luego no contestó más los llamados. En una comunicación con uno de los empleados, este manifestó que aún no se sabía qué iba a suceder con el local. Las opciones planteadas fueron el cierre definitivo o la refacción del local y reapertura. Sin embargo, el presidente de la Cámara de la Industria del Calzado (CIC), Alberto Sellaro, definió el nivel de importaciones como “salvaje” y habló de empresas que han quedado “jaqueadas” ante la baja en las ventas. “El año pasado, la caída de la producción fue del 11,2 por ciento respecto a 2015. Como contrapartida, aumentaron las importaciones: ingresaron 27,3 millones de pares, lo que representa un crecimiento del 22 por ciento con relación al período anterior. Para completar el combo, las ventas se contrajeron el año pasado un 25 por ciento”, aseguro Sellaro y agregó: “se perdieron 4.000 puestos de trabajo, bajaron los pedidos a nivel nacional por parte de los comerciantes y hay que manejarse con una más baja recaudación y una menor rentabilidad. En tanto, aumentaron el esfuerzo y los gastos. Las empresas están jaqueadas”