Cruzar la puerta fue el primer desafío, tal vez por vergüenza o por miedo a lo desconocido. Hacía tiempo que me generaba curiosidad ese Sex Shop instalado en la avenida Galicia 174 desde hace ya unos tres años y medio. La vidriera no dice gran cosa. Algunos disfraces y lencería erótica, algún gel lubricante, entre otras cosas. Es parte de la estrategia.
Vencido el tabú, me atiende Gabriela Satamay. Gabriela tiene unos cuarenta y tantos y podría atender cualquier local de ropa sin llamar la atención. Locuaz, Satamay es docente de primaria y adultos. Me recibe en ese pequeño lugar, abarrotado de penes de silicona y otros materiales cuyos tamaños sonrojan al más dotado de los hombres, y me dice que vuelva al otro día y entreviste a su marido Carlos Garibotti.
Vuelvo a ir, vuelvo a vencer la vergüenza. Esta vez me atiende Carlos, pelo largo y blanco, flaco y de anteojos. Profesor de filosofía y de palabra fácil. «Esto es una juguetería de adultos», dice apenas después de las presentaciones.
Nos acomodamos en el mostrador. Es difícil no levantar la mirada para ver alguna escena de la película pornográfica. Dos mujeres asiáticas fornican con un hombre occidental. Es lo que se viene a buscar a estos lugares: estímulos sexuales.
Si bien Gabriela y Carlos, viven en Piñeiro, la primera intención fue ponerlo en Lanús, pero la habilitación no era posible. En Avellaneda, sí y por eso la avenida Galicia cuenta con uno de los únicos Sex Shop de la zona sur. De allí y de la Ciudad de Buenos Aires son principalmente los clientes. «Tenemos muy buenos precios», dice Carlos. La difusión se hace a través de la una página en internet. Del barrio, son muy pocos los vecinos que se atreven a entrar.
Durante la entrevista, de aproximadamente una hora, entran varios clientes. Trabajadores, profesionales y amas de casa. Personas comunes que escapan al estereotipo del consumidor de pornografía del imaginario colectivo. Un hombre de mediana edad que busca incorporar algunos juguetes para salvar su matrimonio se lleva un kit completo de consolador, lubricante y película pornográfica. Otros entran a comprar geles estimulantes o ginseng, una planta china que dicen funciona igual que el viagra.
NOTA REALIZADA EN 2012