Periodista y escritora, Elsyster Sánchez Barberena tuvo una activa vida cultural en Piñeiro y Avellaneda. Jubilada como docente, durante años dictó un taller literario en varias escuelas de la localidad. Presidió el Encuentro de Escritores de Avellaneda y fue la Secretaria de la Comisión de Festejos a Piñeiro. Su recuerdo del 17 de octubre de 1945 que ella vivió como periodista recién recibida y que la marcó para siempre.
¿Cuánto tiempo hace que vive en Piñeiro?
Siempre. Nací aquí, en esta casona. Vivía con mis abuelos y mis padres. Gocé del barrio, como no creo que se pueda gozar hoy. Los chicos jugábamos libremente en la calle, sin divisiones ni discriminaciones sociales de ninguna especie. Concurríamos a la escuela pública, teníamos muchas aspiraciones, y varios llegamos a tener una carrera profesional. La amistad entre los vecinos que afortunadamente en Piñeiro todavía sigue. A mi me pasó lo que le pasó a muchos. Yo hice la escuela primaria acá, pero a partir del secundario mi vida estuvo más vinculada a la capital. No tenía vida social en Piñeiro, hasta que comencé a trabajar en el periódico La Voz del Comercio, que era el periódico del barrio. Después fui al Diario La Opinión en el año 45. En Avellaneda estaba el Diario La Libertad, que era radical y el diario La Opinión que era conservador. Allí comencé realmente a ejercer como periodista, tras haber estudiado en la Escuela Superior de Periodismo.
¿Había muchas mujeres en el periodismo en ese entonces?
No, de hecho en la escuela de periodismo yo era la única mujer. Por eso creo que mi padre a pesar de que se decía conservador no lo era. A mi me crió con mucha libertad, como si fuera un varón. Él fue el que impulsó que yo entrara a La Opinión y no a La Libertad. Después mi padre se volvió peronista. Para mi nunca fue conservador.
En 1945 ya era periodista, ¿dónde la encontró el 17 de octubre de ese año?
Yo volvía de la capital porque había ido a buscar una revista para la que trabajaba. Recuerdo muy bien que ese día llegué y dejé las revistas y fui corriendo hasta Pavón y Fraga. Yo era muy joven y no tenía la visón de estar presenciando un acontecimiento histórico. Yo fui a ver por interés periodístico. No puedo olvidarme a toda esa gente. Venían desde Lanús. El silencio que había era terrible. Las caras de bronca, la impotencia. Los puños cerrados de impotencia. Todo eso lo guarde. Yo de Perón sabía, pero no terminaba de entender lo que estaba pasando. Pero eso lo registre y recién hace tres años escribí una poesía sobre este tema. También recuerdo que mi padre estaba alborotado por lo que estaba pasando, estaba maravillado.
¿Cómo periodista usted ganó algún premio?
Si, en 1990 obtuve el premio Mariano Moreno por un ensayo sobre el escritor de Piñeiro Joaquín Gómez Bas y es ahí que conozco a su hermana Judith. Este ensayo lo hice a pedido de mi marido que poco antes de fallecer me dijo que no me olvidara de hacer el ensayo. Él ya había conseguido todas las obras.
¿Cómo surge Encuentro de Escritores de Avellaneda que usted preside?
Mi familia era muy amiga de la familia del Doctor Dante Emanuel. Yo en mis tiempos juveniles lo conocí poco. Nosotros nos atendíamos con Mark Spangenber que era el que atendía a mis abuelos. Dante se recibe en 1940, me acuerdo porque en el mismo número de La Voz del Comercio sale que él se recibe de médico y yo de profesora nacional. Dante escribía, escribía muchísimo. Con el inicio de la democracia en 1983, en Avellaneda Luis Sagol es intendente y el secretario de Cultura es Roberto Rulli. Un día me propone que reúna a los escritores para formar una entidad que nos nucleé. Así nace Convidium, que en latín quiere decir reunión alrededor de una mesa. Una vez por semana nos juntábamos a cenar con varios escritores. Comíamos y el final era literario. Los principios de EDEA fueron y son libertad ideológica, religiosa y política. En la primer reunión queda como presidente Dante Emanuel. Luego por una necesidad nos trasladamos acá a mi casa.
ENTREVISTA REALIZADA EN 2004
EN CUALQUIER LUGAR
Mis ojos no estrenan nada
Tras el vidrio observo un paisaje conocido
¡No importa adónde!
Siempres es y será el mismo
Gente que camina afuera
Y adentro una taza humeante
Cargada de bohemia
Hace frio…
El oscuro néctar
Convoca fantasmas del pasado
Ellos siempres están allí
En el recinto acogedor de un café cualquiera
Aguardaron ovillados en la nostalgia
O en la filosofía cursi
De un porteño
Que contempla como yo,
Al carnaval disfrazado de feliz
Que de desfila frente a un vidrio
Sin prisa…
Como si fuera la última vez,
Tomo mi abrigo y salgo
Gesto también repetido
Con más de ayer que de mañana
Simbólica despedida que encierra
La consciente finitud de cada instante.