La fábrica sigue en pie y produciendo. El nombre y el proceso de trabajo han cambiado, antes Cristalux y hoy Cooperativa Cristal Avellaneda. Este año se cumplen diez años de su recuperación. Nota del año 2012.
Por Luca Guillén
La historia de Durax lleva años escribiéndose. Comienza con la inauguración de la empresa en1896 establecida para producir artículos soplados manualmente. Cristalux fue un emblema de la industria nacional en los 70. Y vivió su peor época en los 90.
«Había más de 600 personas trabajando. Los vecinos avisaron que se estaba vaciando la fábrica, en complicidad con el sindicato. Y los trabajadores se instalaron en carpas en plena avenida Yrigoyen, bloqueando la puerta de la fábrica. Se llevaron todas las máquinas que pudieron, y las que no, las rompían», cuenta Guerrero.
Quedaron sólo 200 obreros, que tenían intenciones de recuperar el lugar para producir. La conformación de la cooperativa se dio naturalmente. El 19 de julio de 2002, con ayuda legal de la Federación de Cooperativas de Trabajo pudieron reingresar a la fábrica. Este año se cumplen diez años de aquel momento, en el cual el sentimiento que predominaba, al ver su fuente de trabajo destruida, era la desazón.
En el 2010, la cooperativa todavía no se había consolidado, no sustentaba sus gastos, y les cortaron los servicios por falta de pago. Con esa situación, algunos integrantes de la cooperativa se acercaron a la Presidenta de la Nación cuando finalizaba un acto. Cristina Fernández escuchó sus dificultades y los derivó con el secretario de comercio, Guillermo Moreno.
Moreno comenzó a visitar la cooperativa de forma religiosa, todos los lunes a la mañana, durante 4 meses, a trabajar personalmente en la dirección y organización de Cristal Avellaneda. «Venía a dar una mano, a asesorarnos, y nos ayudó con la administración que es lo que desconocemos», afirma Guerrero. El gobierno declaró interventor a Antonio Mussi, quien organizó la cooperativa y puso todo en regla.
La suerte cambió para la cooperativa, que hoy en día produce 90 mil unidades diarias entre vasos y platos. Y trabaja todos los días del año, a excepción de los dos días de fiestas. «Debemos haber crecido como un 300%. Nosotros renunciamos al subsidio, porque hay compañeros que están pasando las que nosotros ya pasamos. Aportamos para la ART, no le debemos plata a nadie, y el balance de 2011 dio un superávit importante», dice orgulloso Raúl. El crecimiento de la fábrica no termina allí. Compraron maquinarias para seguir equipándose para producir, y están realizando cursos de capacitación, con profesores de la Universidad de Buenos Aires y para los obreros. Raúl vuelve al trabajo con la esperanza de que el oficio se renueve con las nuevas generaciones. La mayoría de los integrantes de Cristal Avellaneda son gente mayor y les preocupa el futuro, por lo que quieren transmitir a los jóvenes, sus valores y experiencia.
Fuerza compañeros!!!
Recuerdo cuando les vendía guantes de trabajo. Yo vendía guantes en el semáforo de calle Chile y Pavón. Tiempos difíciles ,
pero gracias a esfuerzo y trabajo los hemos superado. Sigamos en la lucha.