LA MEMORIA ORAL DEL BARRIO: NACIDO Y CRIADO EN PIÑEIRO

Nota del año 2007

Nació y vivió toda la vida en Piñeiro, primero en la avenida Galicia y luego en Villa Castellino. Ernesto Luaces tiene 93 años. Conoció los años malevos de Piñeiro y el trabajo desde su adolescencia en la jabonera Llauró, donde se jubiló. Los derechos de los trabajadores adquiridos durante el peronismo y los carnavales en la avenida. Recuerdos de un hombre nacido y criado en nuestro barrio.

Ernesto Luaces nació sobre la avenida Galicia hace 93 años. Habla pausado y tiene algunas dificultades para escuchar, pero tiene una memoria privilegiada que ayuda a reconstruir las historia de esa zona en la que había pocas casas y el Frigorífico La Negra tenía sus corrales con ganado vacuno que por la madrugada era llevado hasta su sede a través de la avenida Pavón. Por Galicia pasaban las ovejas para el frigorífico Wilson.
Tiempos duros aquellos en la que la gran mayoría de los chicos trabajaban en algunas de las empresas que estaban radicadas en Piñeiro, esa zona industrial donde confluían diariamente miles de trabajadores.
Un accidente quiso que Ernesto comenzara como tantos otros a trabajar desde muy chico. Su padre carrero murió en un accidente dejando a su madre viuda en 1931. Para entonces, las pensiones por viudez y los derechos laborales eran reclamos del movimiento obrero que los empresarios se negaban sistem-áticamente a conceder con la complicidad de un Estado que no gobernaba para el pueblo sino para las clases dominantes. Así fue que a los 14 años, Luaces ingresó a trabajar a la fábrica de jabones de Alejandro Llauró, ubicada en Uruguay y Santa Fe. Empezó envolviendo en forma manual paquetitos de azules, un producto blanqueador hoy ya desaparecido. Por su puesto, que ya no concurrió más a la escuela 41.
La avenida Cabildo era campo y sobre Galicia había ya unas cuantas construcciones. Luaces enumera a la Farmacia Peco, la librería Spe-zzacatenna, Casa Regidor, el almacén El Águila donde hoy está el Bar Sastrín, el Cine Edén, que era todo de chapa y fue el primero.
Los carnavales de la avenida Galicia son un recuerdo permanente de quienes los vivieron. Los enfrentamientos entre las comparsas, las serpentinas, el agua. «La única comparsa que me acuerdo es la Barra de la Canilla», dice Luaces. Tal vez sea porque su compañero Miguelito, era la rumbera de la comparsa y era compañero suyo del trabajo allá por los años 40. «Tenía una estampa bárbara y era muy buen trabajador», cuenta.
Desde su nacimiento, la vida de Luaces estuvo vinculada a las instituciones del barrio. La casa donde nació en Galicia 588 perteneció a su abuelo y fue sede del club Poco a Poco, que luego sería el Club Ajedrecista y hoy el Club Unión. Jugó al fútbol en El Porvenir y en Orientación Juvenil, sobre la calle Santa Fe. «Cuando se compró la sede de Orientación Juvenil era todo de chapa y con los socios lo fuimos agrandan-dando», recuerda Luaces.
Los años 30 fueron años malevos. Las milongas eran bravas y los parroquianos solían estar armados. Por su puesto, las peleas terminaban a los tiros. Luaces recuerda particularmente uno de esos enfrentamientos en el Salón Imperio. «Se enfrentaron dos barras a los tiros, se tiraban de los cuatro costados. Hubo algunos que saltaron por el balcón. Ese día hubo varios muertos y heridos», recuerda. Los motivos eran cuestiones territoriales. «En cada esquina paraban 30 o 40 muchachos», asegura.
Fue en una milonga que conoció a la que fuera su mujer y se mudó a Villa Castellino, sobre la calle Florida. Barrio malevo y político, entonces. Los caudillos conservadores y radicales se disputaban el control de la zona, muchas veces a los tiros. «Los radicales eran más pacíficos y los conservadores más ligeros», dice.
«El trabajo era bravo, sobre todo para los chicos», afirma Luaces. Y fue la aparición del peronismo lo que cambió las relaciones laborales para siempre. «Empezó a haber más respeto hacia los trabajadores», sostiene. Esos cambios lo hicieron involucrarse en el Sindicato de Jaboneros. Tuvo la oportunidad de conocer a Juan Perón y a Evita. Las fotos bien conservadas lo muestran junto a ellos.
«Había muchas fábricas y muchos trabajadores. Estaban las jaboneras Morando y Jara, Llauró, La Lanera Argentina, Conen», recuerda Ernesto que vivió su juventud en tiempos de grandes fábricas y escasos derechos laborales, de tiempos violentos, aunque menos violentos que los actuales. Toda una vida en el barrio y toda una vida de trabajo, algo casi impensado en los tiempos que corren. 

Acerca de Hernán Bravo

Director y fundador del periódico La Voz de Piñeiro desde 2003. Técnico superior en Periodismo egresado de TEA en 1998.

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