EL PRIMER INTENDENTE MUNICIPAL ELEGIDO POR PERÓN ERA VECINO DE PIÑEIRO

Anibal Villaflor fue elegido comisionado municipal por Juan Domingo Perón el 23 de agosto de 1946 y duraría 10 meses en el cargo hasta que el interventor de la provincia de Buenos Aires Domingo Mercante lo echó por ponerse al frente de una manifestación de sus empleados, los trabajadores municipales de Avellaneda.


Y es que Villaflor desde los 8 años era un trabajador. Así llegaría con sus padres a distintos conventillos de Piñeiro, donde las familias de trabajadores vivirían en habitaciones pequeñas e incómodas y sus hijos trabajarían desde pequeños en fábricas que ofrecían bajos salarios y pésimas condiciones laborales. Los primeros conventillos donde vivió fueron en los que estaban sobre la calle Rosetti, entre ellos el conocido como Mangiamorti en la esquina con la calle Díaz.

Desde muy chico entró a trabajar en empresas de la zona como el frigorífico La Negra o la cristalería Papini. Como a muchas familias de la época irían de un conventillo a otro y de una fábrica a otra. Hasta que nuevamente volvió a Piñeiro a trabajar en la Lanera Argentina sobre la avenida Rivadavia. Vendrían más tarde, la mujer, los hijos Raimundo, Rolando y Josefina, y el sindicato. Sus compañeros lo eligieron delegado y luego secretario General del Sindicato de Laneros. Instalaron su sede en Giribone 1046 y Anibal vive en la pieza de una pensión en el mismo lugar donde funcionaba el sindicato. Desde allí se iniciaron los hechos que derivaron en el 17 de octubre de 1945, desde ese lugar los trabajadores de Avellaneda declararon el paro solicitando la libertad de Perón y desde allí partiría para entrevistarse con el detenido.


Tal vez fue ese encuentro con Perón preso, lo que determinó que fuera elegido para gobernar Avellaneda un tiempo después. Villaflor no fue miembro de las familias fundadoras de Piñeiro, ni siquiera alcanzó a comprarse un terreno en la zona. Estuvo vinculado al barrio como muchos otros trabajadores de la ciudad, pero mientras fue comisionado vivió en Piñeiro, en la pensión miserable, a la que llegaba en el auto oficial de la municipalidad.


Duró apenas 10 meses en el cargo, luego volvería a trabajar al puerto. Con sus ahorros compró una casa humilde en Sarandí. Más tarde la dictadura militar le arrancaría a dos de sus hijos Josefina y Raimundo, sin embargo hay una frase que lo pinta de cuerpo entero a don Aníbal, que murió pobre de dinero pero rico, muy rico en valores: ¿…Si vale la pena luchar? Claro, siempre vale la pena luchar. Si no, ¿para qué está el hombre?..

Acerca de Hernán Bravo

Director y fundador del periódico La Voz de Piñeiro desde 2003. Técnico superior en Periodismo egresado de TEA en 1998.

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